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Existen distintos indicadores que nos ayudan a medir la sostenibilidad, y la huella de carbono es uno de ellos.
El objetivo de descarbonizar la economía está a la orden del día en la mayoría de los países que firmaron el Acuerdo de París en 2015. Lo que se pretende es reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que tanto contribuyen al incremento del calentamiento global.
Para poder reducir nuestras emisiones y avanzar en una verdadera transición ecológica es necesario contar con datos que nos permitan identificar y caracterizar la realidad, para poder así transformarla.
En este artículo, te contamos en qué consiste el indicador y cómo realizar el cálculo de la huella de carbono.
La huella de carbono, como decíamos, es un indicador que sirve para saber cuál es el impacto de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero en la atmósfera.
Este indicador está dentro de la categoría de indicadores tipo huella (huella ecológica, huella hídrica, etc.) y nos permite saber quién emite más o menos GEI, lo que será clave a la hora de identificar las actividades económicas más contaminantes y establecer políticas efectivas para frenar el cambio climático.
La huella de carbono se ha ido perfeccionando en estos últimos años, gracias al trabajo interdisciplinar de muchos estudiosos y profesionales: economistas, químicos, ingenieros… cada uno de ellos aportando una visión diferente, complementaria y muy necesaria.
Su utilidad y versatilidad reside en que no solo sirve para medir las emisiones de ciertos sujetos o agentes como empresas o personas, sino que también podemos hallar la huella de carbono de un producto, un proceso, un territorio o un evento.
Todo objeto, sujeto, lugar o momento puede ser considerado como emisor de Gases de Efecto Invernadero. Si somos capaces de hacer un inventario de los flujos de entrada (absorción) y de salida de GEI, podremos cuantificar la huella de carbono.
Cada uno de los GEI tiene distintos tiempos de duración, y también son muy diferentes entre sí con respecto a la capacidad de emitir y absorber la radiación infrarroja.
Para homogeneizar y simplificar el cálculo, lo que se hace es medir el potencial de calentamiento de cada uno de ellos en términos del potencial del calentamiento del CO2. Así se calcula el potencial de calentamiento global de cada gas. De esta manera y con un horizonte temporal de 100 años como periodo de referencia, se obtiene el co2 equivalente.
Algunas de las características más identificativas de este indicador son:
En el momento en el que se generalizó el concepto, empezaron a surgir muchas calculadoras que se diferenciaban entre sí por pequeñas variaciones en la contabilización. Este boom hizo que muchas empresas se sintiesen abrumadas, sin saber exactamente cómo medir sus emisiones.
Ya hemos visto que se puede calcular la huella de carbono de un producto y de una organización, ¿pero cómo dar el paso y proceder a hacerlo?
Para calcular la huella de carbono de una compañía de manera rigurosa, se deben tener en cuenta todas las actividades económicas derivadas del desempeño de la empresa. Lo más común es descentralizar este proceso y acudir a una consultoría especializada en hacer esta evaluación del impacto ambiental.
Ya sea que eres una persona individual o una empresa, existen muchísimas cosas que puedes hacer para reducir tu huella de carbono.
En ambos casos, lo primero es elaborar una línea de base desde la cual partir, esto es, llevar un registro de huella de carbono. A nivel individual, puedes partir de cálculos sencillos (pero no muy rigurosos) que encontrarás en Internet. Sin embargo, si eres una empresa, el proceso es algo más complejo y necesitarás ayuda externa.
El día a día de cualquier persona está repleto de emisiones de CO2, algunas muy fácilmente evitables. Uno de los pequeños gestos que puedes hacer es empezar una dieta con baja huella de carbono: comprar en comercio local, reducir el consumo de carne, etc.
El transporte también es una de las industrias más contaminantes. Por ejemplo, en la Unión Europea, genera ¼ de las emisiones de GEI. ¿Qué tal si empiezas a ir en transporte público al trabajo y cambias el avión por el tren siempre que sea posible?
Los alimentos, el consumo energético y la movilidad son algunos ejemplos de cómo afecta la huella de carbono en el medioambiente y en la aceleración del cambio climático. Vamos tarde, pero aún es posible revertir la emergencia climática y convertir de nuevo el planeta en un lugar habitable para todas las personas. ¿Te animas a ser parte del cambio?
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