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Quizá hayas visto en los periódicos desde hace un par de años los términos “finanzas sostenibles” y “bonos verdes” sin entrar mucho más allá en el tema. Pues bien, nos gustaría explicaros más sobre ello, ya que es algo tremendamente importante en materia de sostenibilidad y que todos deberíamos al menos conocer al menos “de oídas”.
Según la Iniciativa Financiera de ONU Medio Ambiente (UNEP-FI) el capital necesario para realizar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en todo el mundo asciende a entre 5 y 7 billones de dólares al año. Sí, está claro que para lograr un avance en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se necesitan grandes inversiones de dinero y, dada la magnitud del capital necesario, es también claro que es de vital importancia la implicación de los inversores privados, incluidas las instituciones financieras privadas como los bancos y otras entidades de crédito. Es aquí donde entran el juego las finanzas sostenibles.
¿Quieres saber más? Pues sigue leyendo:
Las finanzas sostenibles son aquellas que unen el sistema financiero internacional con la sostenibilidad económica, social y medioambiental. Suponen un gran cambio en el mundo de las Finanzas ya que supone integrar los criterios Ambiental, Social y de Gobernanza (ASG) en las decisiones financieras a nivel mundial, continental, nacional, regional y local.
Todo comienza con las actuaciones de Responsabilidad Social Corporativa de la empresa iniciadas a partir de los años noventa. Estas actuaciones eran acciones ad-hoc dentro de la empresa sin que esa responsabilidad realmente estuviera incorporada en los valores y en la estrategia global de un negocio. Sin embargo, es a partir de los años 2000, debido a las presiones en la sociedad y posteriormente en las diferentes regulaciones, que las empresas empiezan a integrar la sostenibilidad como una parte integral del negocio y como una ventaja competitiva en el mercado. Es en este momento cuando diferentes iniciativas entorno a las finanzas sostenibles surgen, destacando en 2006 la aprobación de los Principios para la Inversión Responsable (PRI) y la emisión en 2008 del primer bono verde por parte del Banco Mundial. No entramos a explicar qué son los bonos verdes pero seguro que tendremos oportunidad para hablar de ellos en Verde Agua.
En 2015 se dan también diversos acontecimientos que afectan a las finanzas sostenibles, entre ellos:
Sí, el Acuerdo de París sobre cambio climático también habla de las finanzas sostenibles y su importancia en el proceso de descarbonización de nuestra economía, que significa ni más ni menos que dejar de invertir en sectores tan contaminantes como a la extracción del petróleo y apostar por otros más sostenibles, como el de las energías renovables.
En 2018 la Unión Europea lanza el Plan de Acción de la Comisión para una economía más ecológica y más limpia.
Las finanzas sostenibles pueden definirse como aquéllas que agrupan cuatro grandes áreas simultáneamente:
Estos criterios ASG (Ambiental, Social y Gobernanza) son los utilizados por los inversores, a través de una serie de indicadores, para medir el grado de sostenibilidad de una inversión. En función de la puntuación que obtenga ese producto financiero (como puede ser las acciones de una empresa o un bono), el inversor decide invertir o no él. Los Principios para la Inversión Responsable (PRI) existen como guía para medir esto, pero queremos dar algunos ejemplos:
Un trabajo que desde luego exige una visión holística de los procesos de producción y servicios, que hace que cada vez más personas de ámbitos no relacionados con las finanzas, como la geología, la química o la física trabajen mano a mano con economistas y analistas financieros.
Los fondos ASG han ganado en popularidad en los últimos años, ya que emergencias como el cambio climático han empujado a los particulares a invertir de acuerdo con sus valores o a depositar su dinero en bancos que invierten en función de sus valores. A pesar de ello, algunos inversores se oponían a estas finanzas sostenibles diciendo que el hecho de invertir utilizando criterios ASG dejaba de lado el área económica y de rentabilidad. Sin embargo, desde hace poco más de dos años las finanzas sostenibles se han ido desprendiendo de este mito.
Así, un estudio de Morningstar que salió a la luz en junio de 2020, y que examina la rentabilidad a largo plazo de una muestra de 745 fondos sostenibles con sede en Europa, muestra que la mayoría de ellos han obtenido mejores resultados que los fondos no sostenibles a uno, tres, cinco y diez años. Es un estudio muy relevante ya que, como esto de las finanzas sostenibles es relativamente nuevo, no existían realmente muchos estudios que demostrasen esto. Imaginemos la importancia de esta noticia: se está diciendo a los inversores que las inversiones ASG no solo son necesarias para mitigar el cambio climático o lograr los objetivos de la Agenda 2030, sino que además puede ser más rentable tener una cartera de productos financieros sostenibles. Por primera vez se está demostrando que la rentabilidad económica de las inversiones y las necesidades de nuestra sociedad pueden ir de la mano. Emocionante, ¿verdad?
Muchas de estas finanzas sostenibles se mueven aún en el mundo de los mercados financieros y las bolsas y, por tanto, podríamos pensar que solo las grandes empresas deberían preocuparse por estas cosas. Esto es algo totalmente erróneo porque los inversores de todo tipo, incluso aquellos que operan fuera de las bolsas, cada vez más están exigiendo a las empresas ser más sostenibles para invertir dinero en ellas, hasta las administraciones públicas. De hecho, el paquete de ayudas de la Unión Europea tras la pandemia del covid-19 exige algunos de estos criterios para dirigir las inversiones y, desde algunos organismos de la administración pública, se está incluyendo el término sostenibilidad ambiental como criterio de elección en licitaciones públicas.
¿Quieres que tu empresa sea desde ya más sostenible?
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