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Desde Verde Agua, ya hemos hablado de cuáles son las principales causas del cambio climático. Según la evidencia científica, este fenómeno está principalmente provocado por acciones antropogénicas relacionadas con nuestro modelo de producción y consumo.
Pero el cambio climático no es la única consecuencia del consumo de masas, también están la desertificación, el agotamiento de recursos como los combustibles fósiles, la destrucción de la biodiversidad… Existen indicadores de muchos tipos, como la huella ecológica, que nos pueden ayudar a medir adecuadamente el verdadero impacto ambiental de nuestros actos.
Hacer esto es importante porque, si solo nos fijásemos en el Producto Interior Bruto, todo iría maravillosamente: cada vez consumimos más, y ese consumo nos aporta más bienestar. ¿Qué hay de malo en eso? Pues que la realidad es otra y no podemos ignorar la devastadora destrucción del medio ambiente que acarrea el consumo desmedido.
Aunque normalmente tendemos a asociar el consumo con ‘ir al súper’, lo cierto es que consumimos constantemente. La alimentación es un área de consumo con muchos impactos medioambientales, pero no es la única: el transporte, el textil, la tecnología, la energía y la electricidad, el turismo, la vivienda, la cosmética… Conocer las consecuencias asociadas a cada una de estas áreas es un paso muy importante para poder después buscar alternativas.
Otro punto central cuando hablamos de consecuencias es la responsabilidad. ¿Somos todos igualmente responsables? Lo cierto es que no. Si bien el consumidor occidental tiene mucho que hacer, también es importante exigir a las empresas y organismos públicos una verdadera implicación. Conceptos como ‘justicia ambiental’ y ‘transición justa’ cobran aquí mucha importancia.
De la mano de la primavera y con muchas esperanzas, llegó la segunda sesión. Las consecuencias ambientales son terroríficas, es cierto, pero conocerlas no puede llevarnos al bloqueo. Todo lo contrario: debería motivarnos para cambiar las cosas.
¿De qué hablamos cuando hablamos de ‘alternativas? Los agentes implicados en este cambio de sistema son muchos y muy variados: ciudadanía, organizaciones y movimientos sociales, empresas, organismos internacionales, ayuntamientos… Y, como vamos a ver, cada uno de ellos tiene unas propuestas diferentes.
Green New Deal, Green Deal, Crecimiento Verde, Economía Circular, Decrecimiento… ¿te suenan estos conceptos?
Aunque cada vez hay más consenso sobre la necesidad de un cambio a gran escala, las medidas propuestas son muy diferentes entre sí.
El Green Deal, por ejemplo, que se está impulsando desde Europa, pone mucho énfasis en la transición hacia economías bajas en carbono y el foco en las energías renovables.
El Decrecimiento, por su parte, considera que lo necesario es reducir el consumo y aprender a vivir con economías ‘de suficiencia’.
Entre estas dos posiciones, hay muchas otras intermedias, tales como la Economía Rosquilla o la Economía Social y Solidaria.
La situación es compleja y requiere de mucha cooperación. Como en todo, no existe una solución única y óptima. Así nos lo contaba María Sánchez, Concejala de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible del Ayuntamiento de Valladolid, al contarnos todo el paquete de políticas que se están implementando desde nuestra ciudad.
Porque cuando hablamos de ‘instituciones’, no tenemos por qué irnos a cosas grandilocuentes… En Valladolid existen muchas pequeñas empresas que luchan día a día por hacer generalizable un nuevo modelo de consumo. Este es el caso de REAS, una verdadera ‘red de redes’ que conecta cientos de empresas y cooperativas con criterios sociales y de sostenibilidad alrededor de todo el país.
Y, de nuevo, no nos olvidemos de que las alternativas no solo están en la alimentación. Hay que promover los mercados ecológicos, pero también las viviendas de bioconstrucción, las finanzas éticas, el fomento del transporte público y terrestre…
Y los consumidores, el último eslabón de la cadena, ¿qué podemos hacer? ¿Cuál es nuestro papel?
Pues, a parte de conocer cuáles son las alternativas que se están gestando en las ‘grandes esferas’, hay otras muchas acciones cotidianas que merece la pena conocer ya que tienen mucho potencial de impacto.
Una de las herramientas más poderosas disponibles para los consumidores son los ecoetiquetados. Existen distintas categorías de ecoetiquetado y todas ellas están reguladas por la Norma ISO 14020.
Es importante, al menos, saber discernir que algunas de ellas están certificadas por una tercera parte, mientras que otras (las denominadas autodeclaraciones ambientales) no lo están. Esto no significa que ‘nos estén engañando’, aunque es cierto que tenemos que tener más cuidado.
Por ejemplo, si en un producto pone que es compostable, pero tenemos dudas sobre su veracidad, siempre podemos escribir al productor. Bajo la norma ISO 14021, éste estará obligado a explicarnos cómo certifica esa etiqueta.
Otra vía de acción ciudadana está en contar con evidencia científica para saber qué acciones tienen más potencial de reducción de los impactos. Para el curso de consumo responsable, nos molestamos en revisar algunos de los artículos científicos más relevantes sobre cambio comportamental. Los resultados de la mayoría de ellos pueden ser muy interesantes para concretar en hábitos de consumo responsable. ¿Cuáles son los puntos más destacables?
Muchos de estos estudios también se han focalizado en analizar si es mejor, en términos de impacto, un consumo basado en el ‘crecimiento verde’ u otro basado en la suficiencia. Si tuviésemos que utilizar dos palabras para resolver este debate, estas serían: ‘sentido común’.
Y es que la respuesta es un clarísimo ‘depende’. No podemos dar una gran solución, ya que dependiendo del área y del tipo de producto, será mejor una u otra solución. Desde Verde Agua siempre hemos apostado por la regla de las 7R en nuestras formaciones. ‘Reducir’ siempre ha de ser la primera opción a tener en cuenta, pero no siempre es posible, y a veces hay que optar por soluciones intermedias o ‘de transición’.
Es decir, evidentemente es mejor comprar la fruta sin embalaje que con un embalaje ecológico. No obstante, hay otros muchos productos que, por ley, deben ir bien envasados, por lo que trabajar en desarrollar nuevos packaging más sostenibles es completamente necesario.
Cuando uno empieza a sumergirse en el mundo del consumo responsable, es muy normal verse abrumado o incluso sentirse solo. ¿Tiene sentido todo esto que estoy haciendo? ¿Cómo puedo saberlo?
Aquí entra en juego el papel de los movimientos sociales de consumidores. El consumo no tiene por qué ser un acto individualista, ni mucho menos, y la ingente cantidad de colectivos y organizaciones que hay en torno a este tema lo demuestran.
Organizaciones de consumidores, movimientos indígenas, grupos ecologistas internacionales… el consumo es un tema global y transversal, imposible de desligar de otras muchas causas y luchas políticas.
Durante todo el Curso de Consumo Responsable y Consciente hemos tratado de enfocar el consumo desde una perspectiva holística. Como ya hemos dicho, el consumo nos afecta a todos y se ejerce continuamente.
Conocer toda la cadena y el ciclo de vida de un producto es muy importante. Saber la relación existente entre la compra de un producto en España y la destrucción de ecosistemas en el Amazonas es necesario par poder hacer un análisis completo del impacto.
Posiblemente, si estás leyendo esto, es porque quieres empezar (o estás en proceso) a hacer tu consumo más consciente y respetuoso.
Consumir alimentos con poco impacto, comprar en comercio local, visitar mercados ecológicos, buscar el origen de las materias primas, conocer qué opinan los movimientos y organizaciones expertas… las opciones de consumo responsable son muchas. Pero interiorizar todo esto de manera rápida es imposible.
Si quieres mejorar en tus acciones cotidianas y poder transmitir esos conocimientos en tu entorno, no dudes en seguirnos en redes sociales para estar pendiente de nuestras formaciones en sostenibilidad. ¡Siempre tenemos algo entre manos!
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