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Para frenar la expansión del plástico convencional han aparecido otro tipo de materiales y plásticos ecológicos que pretenden hacer competencia a los primeros e ir sustituyéndolos poco a poco.
Estos empiezan a ser bastante comunes en el mundo de los envases, donde se incluyen las bolsas biodegradables.
Debemos saber que existen distintos tipos de bolsas biodegradables: desde las hidrosolubles, que se degradan al entrar en contacto con el agua, hasta las compostables, que acaban su vida útil formando un abono natural denominado compost. (Si andas un poco perdido en estos temas, puedes leer nuestro artículo sobre materiales biodegradables y compostables.)
Entre los distintos tipos de bolsas podemos encontrar bastantes diferencias. Por ejemplo, las compostables son bastante más resistentes que las hidrosolubles. Imagina que se pone a llover cuando vuelves de hacer la compra…
Pero todas ellas tienen en común que su tiempo de descomposición es mucho menor que el de las bolsas de plástico de siempre. Sin embargo, hemos de tener cuidado con dónde las tiramos. Ya sabemos que la biodegradabilidad no significa que el residuo desaparezca por arte de magia. Hablaremos de esto más adelante, en el apartado dedicado a las críticas.
Entre las bolsas biodegradables y compostables podemos encontrar distintas variedades en función del material. Destacan las fabricadas por Poliestireno biodegradable y Ácido Poliláctico (PLA).
La filosofía de las 6R nos dice que, siempre que sea posible, debemos reutilizar nuestros productos de consumo.
Si queremos seguir esta regla lo lógico será que, como consumidores, llevemos nuestra bolsa reutilizable cada vez que vamos a hacer la compra.
Sin embargo, la opción de reutilizar no siempre es posible desde el punto de vista de empresas o pequeños comercios.
Es lógico que las tiendas de alimentación decidan disponer de bolsas por si acaso sus clientes no llevan la suya propia. También tienen que contar con bolsas para almacenamiento u otros usos.
Pero es verdad que muchas empresas ya optan por utilizar bolsas de basura ecológicas, muy útiles y apropiadas para facilitar la gestión de los residuos orgánicos.
¿Y cómo seleccionar las bolsas biodegradables o compostables adecuadas para tu comercio? Porque es cierto que no es una tarea sencilla, ya que en muchas ocasiones nos intentan colar como ‘ecológico’ un producto que no lo es.
La mejor solución es informarse muy a fondo de todas las opciones que existen y, si lo ves necesario, solicitar la ayuda de profesionales. Si necesitas asesoramiento para la sustitución de plásticos convencionales, ya sabes que puedes contar con nuestros servicios de consultoría ambiental.
A simple vista es prácticamente imposible diferenciar si una bolsa es biodegradable o no. Además, aunque a veces ponga que lo es, puede tener algún material sintético en su composición, lo cual puede llegar a ser muy peligroso para el medio donde acabe.
Lo mejor es buscar siempre aquellas bolsas que cumplan con la normativa vigente, indicándose esto a través de la certificación adecuada: el sello OK Biodegradable u OK Compost.
A la hora de tirarlas, es muy importante que nos fijemos en el tipo de sello. Si es biodegradable, el sello nos debe indicar si lo es en condiciones de tierra, agua dulce o aguas marítimas. Para el caso de las bolsas compostables, el sello indicará si es en variedad ‘Home’ o ‘Industrial’.
Por último, llegamos a la parte más espinosa del asunto, la cual nos hace formular la pregunta que da nombre a este artículo… ¿qué es lo que pasa con las bolsas biodegradables?
Pues lo cierto es que últimamente han empezado a surgir bastantes críticas a estas bolsas. ¿Y esto por qué? Vamos a tratar de explicarte qué es lo que ha pasado.
Hace poco, la revista científica Enviromental Science and Technology publicó los resultados de un estudio relacionado con bolsas biodegradables. La investigación consistía en ver qué pasaba cuando se dejaban estas bolsas en contacto con distintos medios naturales.
La muestra que se tomó estaba formada por una bolsa compostable, una oxo-degradable, dos solo biodegradables y una de plástico convencional (exactamente Polietileno de alta densidad).
Los resultados mostraron que, tres años después, la mayoría de las bolsas no se habían degradado significativamente, si bien sí que se encontraron diferencias entre ellas.
¿Qué pasa entonces? ¿Es un engaño todo esto de la biodegradabilidad? Pues no, no lo es. Pero como todo en este mundillo, hay que cogerlo con pinzas.
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